sábado, 20 de septiembre de 2008

La naturaleza del poder real.

La monarquía en Roma no era hereditaria. Para gobernar, el monarca precisaba de la confirmación divina que se obtenía mediante el auspicium, un ritual que según la tradición ya fue practicado por Rómulo. Esta intermediación divina justificaba en la práctica, la plenitud de los poderes del soberano. El rey era un sumo sacerdote, juez supremo y generalisimo de los ejércitos. Es más probable que la figura posterior del cónsul, investido de igual forma de atributos extraordinarios, tuviera su origen en los modos de gobernar de los antiguos reyes romanos. No quedan ahí las reminiscencias del viejo poder etrusco. Siglos después del colapso de la monarquía, todavía existían el foro de la Regia o casa real, y ciertas ceremonias religiosas corrían a cargo de un rex sacrorum (rey de los sacrificios), igualmente se instituyo la figura del interrex (rey intermedio), que salvaba la etapa comprendida entre la muerte del cónsul y la elección del siguiente.

2 comentarios:

Historia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Historia dijo...

Hola esta gnial el blog espero que les guste!